Han pasado 50 años desde el legendario “Summer of Love” (Verano del Amor) en San Francisco. La “Ciudad en la Bahía” fue el epicentro de un levantamiento contracultural alimentado por el Cannabis y el LSD, que ocurrió tan vívidamente y con tanta intensidad que generó atención a nivel mundial. Aunque las dos sustancias psicoactivas estaban estrechamente vinculadas durante el tumulto social vagamente conocido como “Los Años Sesenta”, el LSD nunca alcanzó la aceptación social generalizada como sí la marihuana. Una vez confinada a los estratos socioeconómicos más bajos de Estados Unidos, la hierba ilícita fumada por mexicanos y afroamericanos marginalizados sobrepasó sus límites raciales y de repente encontró favor entre la juventud blanca de la clase media.
La dentada hoja de marihuana se convertiría en un tótem de rebelión, una insignia de identidad antiautoritaria durante la década de 1960, cuando el Cannabis surgió por primera vez como una fuerza definitoria en una guerra cultural que nunca ha cesado. Casi todo estaba siendo cuestionado y la mayoría de las cosas estaban siendo probadas en una orgía de experimentación que sacudió a la nación en sus raíces. La marihuana fue una parte integral de ese experimento social.
Pero, ¿Por qué la marihuana? ¿Por qué entonces? Ningún factor único puede explicar por qué el Cannabis ha demostrado ser tan atractivo para tantas personas en forma continua desde mediados de los años sesenta. De alguna manera inexplicada, la muy maligna hierba atendió las necesidades de los jóvenes estadounidenses a medida que luchaban con el “Growing Up Absurd” (crecimiento absurdo) en un “Catch 22” (callejón sin salida).1
Eventos traumáticos
En el otoño de 1962, los Estados Unidos y su enemigo de la Guerra Fría, la Unión Soviética, se enfrentaron cara a cara y el mundo contuvo su aliento. El historiador Arthur Schlesinger describió la “Crisis de los Misiles en Cuba” como el momento más peligroso de la historia. El giro de una llave podría haber provocado la guerra nuclear y la extinción de la humanidad. Todo parecía suicida, completamente absurdo, pero fue precisamente la irracionalidad macabra de la política de “Mutually Assured Destruction” (Destrucción Mutua Asegurada)2 lo que dio a las superpotencias su credibilidad en el mundo moderno. Aquellos que llegaron a la mayoría de edad durante estos tiempos ansiosos se declararon no sólo como una “generación perdida”, sino también como potencialmente la última generación.
El presidente John Kennedy fue asesinado 13 meses después de la crisis de los misiles en Cuba. Estos impactantes acontecimientos traumatizaron la psique de la nación. No es coincidencia que un año después del asesinato de JFK, fumar marihuana, una hierba que inhibe la consolidación de recuerdos traumáticos, aumentaría exponencialmente entre los jóvenes blancos de clase media, incluyendo algunos de los mejores y más brillantes estudiantes universitarios de Estados Unidos. Y ahora que el genio estaba fuera de la lámpara no había manera de devolverlo a ella.
Contrariamente a las historias de miedo desenfrenado sobre los retorcidos traficantes y la juventud desviada, esa primera pitada fatídica de marihuana no conducía a la ruina. No convertía a los jóvenes en adictos miserables o psicóticos o haraganes. En la mayoría de los casos los relajaba y les hacía reír o les daba hambre. También ponía en movimiento sus mentes escépticas: si los funcionarios del gobierno mienten sobre la marihuana, ¿Sobre qué más lo hacen?. Si la prohibición de la marihuana se basa en falsedades flagrantes, ¿Son otras políticas tan arbitrarias, caprichosas y sin fundamento?
No es de sorprender que los fumadores de marihuana a mediados de los años sesenta tendieran a albergar actitudes anti establecimiento. No fue la composición química de la hierba la que generó escepticismo hacia la oficialidad en general, fue el abismo entre la irrefutable experiencia vivida y la rabiosa mitología antimarihuana del gobierno consagrada en la legislación federal, que ordenaba cinco años de prisión por posesión de una pequeña bolsa de hierba.
Un año crucial para el cannabis
El estatus de la marihuana como sustancia prohibida sumó a su encanto. Pero eso no explica la duradera popularidad de la hierba desde 1964. Fue entonces cuando los blancos americanos la descubrieron y la palabra “marihuana” se volvió de dominio público. Este desarrollo inesperado fue reflejado en historias noticiosas con titulares como “Droga Invade los Suburbios” y “La Escena de las Drogas en la Universidad” Lo que las revistas llamaban “abuso de drogas” era casi enteramente una cuestión de jóvenes fumando hierba.
1964 también fue el año en que la Comisión Asesora de Narcóticos y Abuso de Drogas del Presidente Lyndon Johnson publicó un informe sobre los medicamentos que cambian el estado de ánimo en los Estados Unidos. La comisión señaló que “La forma más rara o más anormal de comportamiento es no tomar en absoluto ninguna droga que altere la mente. La mayoría de los estadounidenses adultos son usuarios de drogas, muchos son usuarios frecuentes de una amplia variedad de ellas”.
Los médicos rutinariamente prescribían Valium, Librium, Miltown y otros hipnóticos y tranquilizantes altamente adictivos – conocidos como “dolls” (muñecas)3 en la cultura popular – junto con una cabalgata de estimulantes y pastillas para adelgazar para ayudar a mamá y papá a pasar el día y dormirse en la noche. Estas sustancias fueron a menudo mal utilizadas. El consumo excesivo de bebidas alcohólicas era aún más común. Los nacidos en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial (Baby Boomers) fueron la primera población que fumó marihuana en masa. En la década de 1960, pocas personas pensaban en la marihuana como medicina. Pero la controvertida planta puede haber tenido un impacto terapéutico no reconocido durante esa turbulenta década.
Angustia adolescente
Para la juventud de los años sesenta, el Cannabis era como hierba gatera (Nepeta cataria) para un gato, un mal entendido pero eficiente medio herbario de navegar la ansiedad ambiental y la frenética complejidad de la vida moderna. “La necesidad de automedicar los síntomas de la angustia adolescente es mucho más importante que el simple hedonismo juvenil”, según el Dr. Tom O’Connell, quien estudió el uso y la iniciación en la marihuana de la juventud después de servir como capitán en el Cuerpo Médico del Ejército de EE.UU. durante la Guerra de Vietnam.
El Dr. O’Connell afirma que el consumo repetitivo de drogas suele implicar un propósito más serio que la mera recreación. Sostiene que los jóvenes abrazaron la marihuana para calmar los mismos síntomas emocionales “que hicieron a los ansiolíticos, los estabilizadores del estado de ánimo y los antidepresivos, los productos más lucrativos de la Big Pharma”.
Adoptado como un ansiolítico seguro, efectivo y sin supervisión médica por legiones de Baby Boomers, la marihuana se convirtió en el centro de una guerra engañosa y desastrosa contra las drogas lanzada por un presidente maquiavélico. La guerra contra las drogas que Richard Nixon puso en marcha a principios de los años setenta escalaría y haría metástasis bajo Ronald Reagan y sus sucesores de la Oficina Oval.
Irónicamente, fue el presidente Reagan quien involuntariamente arrojó luz sobre las bases científicas de la terapéutica del Cannabis cuando expandió y militarizó la guerra contra las drogas en los años ochenta. El gobierno de Reagan invirtió decenas de millones de dólares en investigación que demostrara de una vez por todas que la marihuana daña el cerebro, o eso era lo que se pensaba. Pero en lugar de demostrar que la marihuana causaba daño cerebral, el gobierno de Reagan apoyó una serie de experimentos que condujeron al descubrimiento del “Sistema Endocannabinoide”, que en realidad protege el cerebro y regula el estrés cuando es activado por componentes del Cannabis.
Este gran avance científico tendría implicaciones significativas para casi todas las áreas de la ciencia médica. Abrió nuevas perspectivas para entender la biología humana y contribuyó mucho a explicar cómo y por qué el Cannabis es una hierba medicinal tan multifacética y por qué es la sustancia ilegal más popular del planeta.
Regulando el estrés
La aparición de la marihuana como la droga ansiolítica de elección entre los adolescentes tensos y adultos ansiosos en los años 60 y su popularidad duradera, tiene sentido a la luz de los estudios científicos que han documentado cómo la marihuana “activa” los receptores en el cerebro y el cuerpo que regulan nuestra habilidad para adaptarnos al estrés. A nivel celular, el estrés es la respuesta del cuerpo a cualquier estímulo que crea una demanda fisiológica. Cuando una persona está estresada, el cerebro genera cortisol y otras hormonas esteroides, que, a su vez, desencadenan la liberación de compuestos similares a los de la marihuana en el cerebro y el cuerpo humano, de manera natural. Estos “cannabinoides” endógenos se unen a los receptores celulares que restauran la homeostasis fisiológica mediante la regulación de la producción de hormonas del estrés. La marihuana, una hierba adaptógena, hace esencialmente lo mismo; cuando se consume con moderación, calma los nervios hiperactivos, relaja los músculos, disminuye la presión arterial y alivia el estrés agudo y post-traumático.
Mientras que la activación de la respuesta al estrés innata del cuerpo (“lucha o huye”) es esencial en la respuesta a las amenazas críticas de supervivencia, demasiado estrés puede aumentar la susceptibilidad a la enfermedad y dañar a un organismo a largo plazo. Los niveles de estrés crónicamente elevados aumentan la ansiedad y aceleran la progresión de la demencia por Alzheimer. Se ha demostrado que el estrés emocional acelera la propagación del cáncer. El estrés altera la forma en que asimilamos las grasas y otros nutrientes.
Lo que era cierto para los Baby Boomers también se aplica a los Millennials (nacidos entre el año 1980 y el año 2000) y todos los demás: hemos estado bajo el asalto de una serie sin precedentes de factores de estrés debilitantes, una oleada nociva de comida chatarra, radiación electromagnética, sobrecarga de información y decenas de miles de contaminantes químicos no regulados que causan estragos en el metabolismo y el desarrollo psicológico. Está también el estrés del sálvese quién pueda, el estrés de las malas relaciones, el estrés de la disparidad económica extrema, el estrés de la guerra sin fin, el estrés del terrible caos del gobierno, el estrés de la condena ecológica. El efecto acumulativo se puede observar en los niveles de epidemias de diabetes, autismo, trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), hipertensión y depresión.
La marihuana, la pequeña flor que a millones les gusta fumar, ayuda a las personas a lidiar con el estrés de vivir en el mundo moderno.
Martin A. Lee es el director de Project CBD y el autor de Smoke Signals: A Social History of Marijuana – Medical, Recreational, and Scientific. Su primer libro, Acid Dreams: The Complete Social History of LSD – The CIA, the Sixties, and Beyond, fue recientemente publicado como audiolibro. Derechos reservados, Project CBD. No debe ser reimpreso sin autorización.